lunes, 21 de noviembre de 2011

El mundo está cambiando

El mundo está cambiando. No es una pregunta ni una frase, sino un hecho. Cuánto mal no hacen las nuevas tecnologías, con lo fácil que era antes; me refiero a los tiempo de las cavernas o algo más: uno se levantaba, hacía sus cosas, sí, esas de por la mañana, y nos íbamos de caza a tirar unas flechas con los compis de tribu, clan o familia. Vuelta a la casa, comida siesta, siesta “especial” y vuelta a empezar hasta la caída del sol. Quien dice cazar, dice sembrar unos cereales, no vamos a ser especialitos. Eso sin complicaciones: que no cazabas, no comías, era así de sencillo, sin horarios, sin estrés, bueno el que te pudiese producir un tigre dientes de sable o una manada de lobos.

Ahora nos vemos aquí en 2011 de forma totalmente dependiente de las máquinas. El estrés no lo produce un peligro de muerte, al menos en nuestra “avanzada” sociedad, sino la puta batería de mi iPhone que se me ha muerto y me encuentro incomunicado con el mundo, eso sí, estoy en la oficina rodeado de compañeros, pero no estoy en la red. ¡Qué horror!

Pues esto no es nada, las nuevas tecnologías han llegado a las lavadoras, perdón, lavadoras secadoras o mejor dicho lavasecadoras. ¡La bomba!

Una de las cosas cotidianas en la vida actual es que algo de tu casa se rompa. Algo que compraste con toda la ilusión del mundo hace un buen puñado de años, con lo que los controles era más o menos básicos, bueno, en las teles cuando nos pusieron el TDT nos jodieron, teniendo que aprender otro mando. ¡Al turrón! Pues eso, que se me rompió la lavadora e iniciamos el proceso de reparación dando aviso al servicio técnico. Error, esto es una sociedad de consumo y hay que comprar una nueva. Cambiamos el proyecto de reparación al de compra de la lavasecadora más guay del mundo mundial, eso sí, en un sito baratito, que la cosa no está para tirar. Vamos a la tienda en cuestión y comienza el vendedor,

- Buenos días, en que les puedo ayudar.

- Queríamos una lavadora – secadora.

- ¡Ah! Una lavasecadora -  cagüen. ¡Primera en la frente!

- Bueno sí, eso.

- Bueno, pues tenemos aquí…  - yo no recuerdo todo lo que dijo, pero la leche - … y aquí tenemos la tubo Max de LAVAPLUS, capaz de ahorrar energía y mucho mas por la cantidad de tropecientos, no, tropemil euritos.

- Vale, esa.

Llega el gran día en que nos la llevan a casa, ¡qué emoción! Pues nada, después del trabajo, como es costumbre con estas cosas, no leemos las escuetas instrucciones y nos vamos al panel de controles. Joder, si es táctil, ¡la madre que me parió!, ¿y qué sistema operativo lleva esto? ¿No será el Android ese de los móviles? ¿A que vamos a tener que hacer un curso para manejar la lavadora, perdón la lavasecadora? Bueno, tranquilidad, que no es para tanto, que trabajamos con tecnología. Bien, menú con la rueda de selección como en los coches de alta gama. Que sí, que Mercedes, Audi y BMW la tienen. Programas completitos de lavadoquetecagas, un poco menos,  el de agua fría y los secados, mucho más, y muchísimo y además es totalmente configurable, como Windows, ¡qué pasada!
Vuelta de rueda para un lado, pulso botón, ahora el otro y el de más allá, ojo que los botones son táctiles, creo que ya lo he dicho, pero es que mola que no te cuento, y ahora al PLAY, ¡tiene el símbolo del play, que lo sepas!
¡Un momento! ¿Que estoy emocionado probando una lavasecadora? ¡Esto no puede ser! Pues sí que está cambiando el mundo. Pero si esto hace unos pocos años era de mujeres, sin ánimo de ser machista, simplemente era así. Y por cierto, ¿mi mujer? Mi mujer jugando con su nuevo teléfono 3G conectada a Internet y chateando con las amigas.
Y ahora os cuento la del móvil también porque tiene tela, telita, bueno ahora no, os dejo que os recuperéis de esta intrascendente historia.

Perdigones

1 comentario:

  1. Puf, y eso que no te has metido con los lavavajillas silenciosos, los televisores de Plasta-LCD-LED. ¡Y los coches! Muy bueno.

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