Eran muy amigas, jugaban a hacerse cosquillas hasta
morir de risa, incluso llegaron a orinarse encima por culpa de las cosquillas.
Un día entre tantas cosquillas ella le dio un
mordisco en el brazo a esta. A ésta le salió muchísima sangre y tuvo una herida
que tardó un mes en cicatrizar. ¡Un mes! El mes que estuvieron sin hablarse.
Ésta pensó que nunca
la iba a perdonar pero un día llegó ella a casa de ésta con una herida de
mordisco en el mismo sitio exactamente en el que hacía un mes ella le había
mordido a ésta.
Ese día Ésta la perdonó.
Inés
Llop
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